La palabra persona tiene su origen latino de la palabra persōna, que hace referencia a elementos teatrales como máscara, personaje teatral, personalidad, y persona.
En el español, entendemos persona como ser perteneciente a la especie humana, sin hacer distinción de género, por lo que se ubica en la categoría de sustantivo epiceno, que consiste en la clase de sustantivos que poseen solamente un género gramatical, es decir, persona se puede emplear con un artículo femenino la persona, pero no así con un artículo masculino el persona*.
El uso de la palabra persona como estrategia para un lenguaje incluyente resulta bastante efectiva, ya que con esta referencia se incluye tanto a personas no binarias como a mujeres y hombres. Por ejemplo, en ocasiones se utiliza los investigadores para referirse a un grupo donde puede haber tanto hombres como mujeres; sin embargo, la utilización del masculino persuade la interpretación a concluir que se trata de un grupo de hombres que investigan. En este caso se podría utilizar como referencia personas investigadoras, esto atenúa la posibilidad de que se conciba como un grupo únicamente de hombres incluyendo así a más géneros.
De esta forma, evitamos las ambigüedades sobre cuándo el masculino es extensivo (“incluyente”) y cuándo se está haciendo referencia exclusivamente a hombres, ya que en la mayoría de los casos, esto genera un sesgo que primordialmente favorece a los hombres y excluye e invisibiliza a quienes no encajan en esa categoría.