La identidad de género se refiere a la vivencia interna y profundamente sentida del género por parte de cada persona, la cual puede o no coincidir con el sexo asignado al nacer. Esta experiencia personal incluye “el sentido individual del cuerpo, que puede involucrar, si se elige libremente, modificaciones de la apariencia o funciones corporales por medios médicos, quirúrgicos u otros, así como otras expresiones de género, incluso la vestimenta y el modo de hablar” (Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos [ACNUDH], 2012, p. 3). Esta definición enfatiza que la identidad de género es subjetiva, diversa y legítima en todas sus formas. Reconocerla es fundamental para garantizar la dignidad y los derechos humanos de todas las personas, más allá de las categorías impuestas por el binarismo de género o las expectativas sociales.