Abatido entre la religión y la política, está el derecho al aborto: argumentos para la crítica
Reseña y fotos del evento del 27 de septiembre 2018
Por Ana Beatriz Peralta Córdoba
El jueves 27 de septiembre en Debates sobre feminismos, se contó con la participación de Kattia Castro, Laura Tenorio y Fabiola Bermúdez en la discusión moderada por Zulay Martínez sobre el derecho al aborto, entendido como un derecho que está abatido entre la religión y la política. Desde las experiencias académicas y políticas, las tres expositoras pusieron sobre la mesa las formas en cómo se ha satanizado y condenado el aborto y cómo se ha convertido esta satanización en un mecanismo de control, como bien lo mencionó Martínez al iniciar la mesa.
Castro, desde los “argumentos religiosos no oficiales”, se posiciona en el debate como teóloga feminista y adherida a postulados críticos sobre el conservadurismo católico. La crítica que realiza se enmarca en cómo se ha inmiscuido históricamente una agenda religiosa y católica en la esfera política, específicamente en relación con los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Un llamado orden natural, derivado de uno de los mitos que sustenta el control desde lo religioso (las mujeres son la costilla del hombre), es el que determina como dogma el rol reproductivo de la mujer y se impone como el principal e inviolentable. A partir de ahí, las maternidades, o la maternidad que se legitima y se valida, es la extensiva y la que cumple con la obligación: el reproducir la especie. La maternidad se asigna a la mujer no solo como capacidad para gestar sino como condena, sin importar las condiciones externas necesarias para cumplirla.
Por su parte, Tenorio compartió su experiencia como asistente de despacho en la Asamblea Legislativa y activista feminista, para traer a discusión argumentos legales que deben ser tomados en cuenta para abrir y problematizar la discusión sobre la despenalización -por un lado,- y la legalización del aborto por otro. La expositora hace un recorrido por el estado de la polémica respecto al aborto en diferentes países, donde en algunos se ha reconocido el derecho como tal, mientras que en otros se continúa criminalizando y culpabilizando a las mujeres que abortan o que apoyan el movimiento. A raíz de los distintos argumentos de dos colectivas que ella usa como referencia, menciona que la discusión también ha incluido otras posturas y prácticas como el análisis de clase social, al igual que las prácticas de acompañamiento a las mujeres que deciden abortar y a las mujeres que deciden continuar un embarazo. En este sentido, Tenorio habla de los ecos que ella percibe en torno a las posibilidades que hay más allá de lo legal, lo político, lo científico y lo religioso, para respaldar la decisión sobre el aborto, poniendo sobre la mesa una discusión necesaria y a veces invisibilizada en lo cotidiano.
Bermúdez elabora una crítica a los principales posicionamientos en contra del aborto, en el contexto costarricense de su discusión, desde su experiencia como alumna de un colegio de secundaria católico, en donde la ausencia de una educación sexual con información real y científica fue la realidad durante sus años como estudiante. En ese sentido, le resulta difícil no señalar a la iglesia católica como institución que invisibiliza y por tanto protege a los violadores y que obliga a las mujeres con embarazos no deseados a continuar con su embarazo y a parir. Asimismo, apunta hacia las posturas conservadoras del Estado, que ponen al aborto como un tema menos importante que otros en la agenda política, siendo una de las consignas de la campaña electoral del presidente Carlos Alvarado, : el apoyar los derechos reproductivos de las mujeres. Señala también la manera limitada en que el discurso feminista suele abarcar otras territorialidades, siendo una de las tareas que ella se plantea como necesaria y urgente: sacar las luchas y las discusiones de la academia hacia las cotidianidades y las comunidades.
Una vez más, en Debates sobre feminismos, se discute sobre un tema contemporáneo que pasa por la vida cotidiana de las mujeres, que afecta a algunas de maneras más directas por sus situaciones de vulnerabilidad o contextos de violencia, y sobre el cual se construyen diversas posiciones. Las expositoras plantearon un pensamiento feminista sobre el aborto que se posiciona desde la crítica a lo cotidiano y normalizado, así como a los diversos grupos que ejercen poder en las esferas políticas y religiosas, por ejemplo, que son quienes dirigen la agenda de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, excluyéndolas del debate sobre decidir sobre su propio cuerpo.