El lenguaje inclusivo se refiere a la práctica lingüística que busca desarticular estructuras discursivas tradicionales para cuestionar jerarquías sociales, desigualdades y normas establecidas. Más allá de evitar exclusiones (como en el género o la discapacidad), este enfoque activamente desafía las convenciones del lenguaje para visibilizar críticas a sistemas de opresión (clase, raza, colonialismo, etc.). No solo es un posicionamiento político, sino una herramienta de resistencia que interrumpe el discurso dominante, obligando a repensar el poder implícito en la comunicación.