El masculino genérico expresa la utilización de género masculino como referente extensivo, es decir, para mencionar tanto a quienes pertenecen a ese género, como a toda la especie sin distinción de este; por ejemplo, se utiliza un sustantivo masculino para hacer referencia a un grupo de personas donde puede haber tanto hombres como mujeres y personas no binarias. Desde las primeras nuestras sociabilizaciones en el sistema educativo, escuchamos a docentes decir frases como: “salgan todos a jugar”, “vamos todos al comedor”. Y esto aunque parezca inocente, crea en muchas niñas confusión de si son incluidas en esas actividades o son exclusivas para sus compañeros.
El empleo del masculino como genérico, puede generar ambigüedades que entorpecen la comunicación, ya que inducen a imaginar referentes masculinos y con esto perpetuar la invisibización de personas no binarias y mujeres, que a su vez contribuye a la construcción de las percepciones y autopercepciones de las personas, y en este caso, siendo desfavorable para toda aquella que no se identifique con lo masculino.
Cuando nos encontramos textos en los que se hace mención a los teóricos, frecuentemente vamos a asociar esta referencia con lo masculino, es decir, un grupo de hombres que teorizan sobre algo, aunque en realidad puede tratarse de un grupo compuesto por dos mujeres y dos hombres, o incluso tres mujeres y un solo hombre.
Nos resultaría extraño hablar de las teóricas, aunque en el grupo la mayoría de personas sean mujeres, pero ¿por qué no ocurre igual con la utilización generalizada del masculino? Debido a convenciones lingüísticas aprendemos a que lo femenino no engloba lo masculino, en ese sentido lo femenino siempre queda subordinado a la aparición de cualquier ente masculino, aunque este no sea mayoritario. Esto refuerza de manera sutil actitudes y comportamientos sexistas, donde lo que no es masculino, no es nombrado y queda a la sombra de la interpretación